廖亦武 (Liao Yiwu) | 2015 | ensayo
El paseante de cadáveres es un magistral conjunto de relatos periodísticos que nos conduce al corazón de un país que se perfila para ser la siguiente cultura hegemónica en el mundo. A través de estremecedoras y punzantes entrevistas a personajes marginales —ladrones, mendigos, niños de la calle, prostitutas, limpia baños, profesores, campesinos, pervertidos sexuales, burócratas, monjes, adivinos, músicos, artistas callejeros, y un largo etcétera—, nos adentra en la convulsa y terrible historia reciente de un país en el que el comunismo y el desarrollo económico han convivido con realidades de hambruna y canibalismo, de tortura y control político, de violencia, muerte e injusticia. Al mismo tiempo, nos transporta por sus encantadoras tradiciones y creencias ancestrales, situándonos, con ello, en una perspectiva de la realidad china completamente ajena y diferente a la que suele circular en los medios. Algunas de las historias de este precioso volumen reflejan situaciones como la añeja costumbre de los paseantes de cadáveres: personajes que se contratan para transportar hasta su hogar a aquéllos que fallecieron fuera de su lugar de origen, para que su alma pueda encontrar el descanso eterno, cuestión que llevan a cabo con misteriosas y místicas procesiones, en las que el cadáver es tratado como si siguiera con vida. También dibujan personajes fascinantes, como un viejo campesino que logró convencer a toda la población en la que vivía de que él era el verdadero emperador señalado por Dios para liberar a su pueblo, o escalofriantes relatos como el de un hombre dedicado a vender mujeres del sur del país en poblados en donde casi la totalidad de los habitantes es masculina. El hilo conductor de estos «retratos de la China profunda» es la penetrante visión de su autor para captar, cual fotógrafo, los más mínimos detalles de una realidad que, más allá de su país, tiene que ver con el ser humano —con sus necesidades, con sus esperanzas, con sus demonios, con sus perversiones—; como señala Liao Yiwu en una de las entrevistas: «el proverbio chino dice “Tan venenoso como las serpientes”, pero yo creo que debería cambiarse a “Tan venenoso como los humanos”». (Sexto Piso)
Obra censurada en China.