Anónimo | Dinastía Qing (1664-1911) | cuento
¿Quién dijo que el tan cacareado erotismo chino no existía, que era tan solo un mito, una falacia? Pues bien, el erotismo chino existe, y no solo ligado a las creencias y prácticas religiosas ―como ya lo demostraba la novela "La alfombrilla de los goces y de los rezos" (La Sonrisa Vertical 77)―, sino que disfrutó indudablemente de muy buena salud y de una exuberante carnalidad. Así, los tres relatos que ahora publicamos ―naturalmente de autor anónimo, como era costumbre en la época― sorprenderán agradablemente al lector por la atmósfera de gozosa lujuria que transmiten, por el destacado papel que desempeñan las mujeres en estas lides y, en fin, por el detalle con que se narran los encuentros amorosos. Escritos a lo largo de la dinastía Ming (siglo XVII), aunque inspirados en textos y leyendas anteriores, los tres conocieron una gran popularidad en China, como lo corrobora su frecuente mención en las listas de libros proscritos por obscenidad. El primero de los relatos, "Bella de candor", narra la vida de una hermosa joven a la que su primer amante le regala unas píldoras mágicas que le permitirán recobrar la virginidad cuando ella lo desee, además de instruirla en el arte de alcanzar la inmortalidad mediante la práctica sexual; con la complicidad de Flor de Loto ―fiel sirvienta tan lujuriosa como su ama―, planeará mil y una estrategias para conseguir a los hombres que anhela sin perder nunca su dignidad de gran señora. Insaciable en su deseo, no deja descanso a la imaginación, alcanzando las más altas cimas del placer. Muy distinta es la "Historia de una mujer viciosa", donde la bella protagonista, ya anciana, toma la palabra para contar sus primeros pasos en el arte amatorio y posterior ardor con el que, hasta que no es descubierta por su marido, se entrega fatalmente a todos los hombres a los que tiene acceso en su encerrada vida de esposa. Por último, acercándonos a un ambiente cortesano, "Biografía de la emperatriz Wu y del príncipe Idoine" describe la encendida pasión que unió a dos personas de edad y estrato social muy distintos : la madura y rica emperatriz Wu Zetian (que vivió en los años 625-705 y fue la única mujer que gobernó China) y el joven sencillo pero culto Aocao, nombrado príncipe de Idoine por la emperatriz. El secreto: un atributo muy especial que poseía Idoine y que solo la emperatriz supo apreciar (y disfrutar) debidamente. (Editorial)
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